Día de despedidas. Nos despediamos del camping, un sitio tranquilo donde habíamos descansado bastante, nos despedíamos, sin saberlo, del buen tiempo, y nos despediamos del coche (mi tanquecito), que devolvíamos por la tarde.
Hicimos el check-out y salimos rumbo a Uppsala, al norte de Estocolmo. Como nos sucedió la última vez el viaje fue bastante aburrido. Paramos en un área de descanso a comer algunos restos de embutido, patatas fritas,... que nos sobraban. Todavía hacía sol.
Llegamos a Uppsala y aparcamos al lado de la catedral. Vimos la catedral y como habíamos puesto dinero para 1 hora de parking nos dimos una vuelta por la ciudad. Me pareció bonita, los puentes a la orilla del rio, la catedral, etc. Me dió pena estar tan poco tiempo. De la catedral tengo que destacar que es enorme (sobre todo comparada con la de Estocolmo), y que tiene unas vidrieras espectaculares!!!
La cosa empezó a cambiar según nos acercábamos a Estocolmo. El tráfico (era viernes) era muy intenso, con tramos en los que teníamos que parar. El tiempo había cambiado por completo, del sol de Kristinehamn habíamos pasado a la lluvia de Estocolmo.
Tuvimos suerte para encontrar el hotel. De hecho lo encotramos cuando habíamos desistido e íbamos a devolver el coche cerca de la estación central. Aparcamos frente al barco-hotel. Recogimos las llaves de nuestros camarotes, cada uno en un barco. El hotel es el Rygerfjord. Lo cogimos por la novedad de dormir en un barco. Reservamos 2 tipos distintos de camarotes (ambos con ducha) que en la web parecían iguales (imaginaba que uno sería algo más pequeño), el camarote estándar y el camarote del primer oficial. Resultó que el camarote del primer oficial estaba de lujo, menos televisión tenía de todo, baño grande, ducha con mampara, cama grande, vistas, luz... Pero Mónica y yo cogimos el camarote estándar, que resultó ser minúsculo, una cama muy pequeña, un baño de poco más de 1 metro cuadrado donde se juntaba la ducha, el lavabo, y el inodoro, todo junto, y casi sin luz. En fin, mala suerte.
Cuando salimos a devolver el coche, con el ojo puesto en si veíamos una gasolinera para rellenar el depósito, apenas llovía. Cuando por fín logramos cruzar a la otra orilla y encontrar la calle de Hertz (que tardamos por el tráfico y por que es dificil orientarse entre tanto puente) todavía no habíamos visto ninguna gasolinera. Alfonso y Mónica entraron a preguntar en la oficina de Hertz donde el dependiente les indicó muy vagamente como llegar a una. Tuvimos que dar mil vueltas porque la calle que les dijo no aparecía en el GPS y finalmente la encontramos buscando las gasolineras más cercanas a nuestra ubicación, no por el nombre de la calle. Cuando llegamos vimos que lo que el de Hertz les había dicho, no era el nombre de la calle, sino el de la propia gasolinera... Después de acordarme de unos cuantos parientes cercanos del dependiente de Hertz, rellené el depósito por 700 SEK. Volvimos y dejamos el coche en el parking.
A la salida llovía bastante, pero como siempre, empezamos a dar vueltas. Lo primero que hicimos fue cruzar a la estación central para comprar la Stockholm Card, que al igual que en Copenhague, nos resultaría sumamente útil. Compramos la de 5 días (y la amortizamos al día siguiente). Paseamos un poco por los alrededores y finalmente, como no paraba de llover, nos metimos a cenar en un sitio tipo Friday's que tenía buena pinta.
El sitio no estaba mal, de hecho repetiríamos 2 días después, si bien el servicio es un poco lento. Lo que más nos llamó la atención fue el buffet de helado de postre... rico rico!!!
Para volver al hotel cogimos el metro y nos bajamos en Slusen, que creíamos que era la estación más cercana. A la salida diluviaba, y hasta llegar al hotel nos mojamos bastante... Como estábamos bastante cansados no tardamos en dormirnos a pesar de las estrecheces de la cama. La primera impresión de Estocolmo no había sido buena, lluvia, tráfico, gente que no te orienta... afortunadamente la cosa mejoró en días posteriores!!!
Fotos: